Que son mis malditas vacaciones.

¿Os ha pasado eso de estar deseando tanto algo que cuando llega y os decepciona por no cumplir con las expectativas os cagáis mil veces en la leche? A mi si.

Yo era un chico normal, alegre, divertido, pacífico y sobretodo alegre (uy, eso ya lo he dicho, pero es que os lo juro, era alegre que te cagas), pero la vida y sobretodo las personas, a cada cual mas hijas de puta, se empeñaron en ponerme trabas para disfrutar de lo que iban a ser mis vacaciones perfectas.

La verdad es que las vacaciones no iban a ser una cosa del otro mundo, para que nos vamos a engañar, pero es que yo soy un tio bastante conformista, tranquilo y sobretodo tranquilo (mierda, me ha vuelto a pasar). Bueno, os resumo mi idea de plan perfecto de verano:

Leer todo el rato los libros que tenía en mi lista, escuchar música sin hacer nada mirando a un punto fijo y pensando en mis cosas de mi mundo interior, salir a la terraza con una cerveza bien bien fria y de vez en cuando echarme así un agua por encima con la manguera y cuando estuviese mojado buscar el ángulo perfecto para subier fotitos a instagram como si fuese un tio interesante y al final, cuando me quedasen dos dias de vacaciones pues irme a la playa porque no aguanto más ahi, se me llenan los huevos de arena.

Pues el día tan esperado llegó. Cuando salí del trabajo me fui con mis compañeros, que al igual que yo terminaban turno pero que a diferencia de mi no cogían vacaciones, a beber cervezas. Una cosa llevó a la otra y llegamos a las dos de la madrugada al único bar de mi pueblo que estaba abierto y entramos pues a seguir bebiendo como buenos trabajadores que somos. Una vez dentro el panorama empeoró y las expectativas que llevabamos de beber tranquilamente y reir se vieron reducidas por un grupo de energúmenos que ensombrecían el ambiente. Yo tengo clara una cosa, nosotros no tuvimos la culpa, aunque mi versión no coincida con la del camarero ni con la de los otros individuos, mantengo que ellos empezaron, malditos locos. En resumen, que esa noche la terminamos en el calabozo, bueno, esa noche y los dos días siguientes.

Lo que para nosotros no fue nada para la policia pareció que si, según su acta:

Tres individuos llegaron al local en cuestión a las 2:04 am en un claro estado de embriaguez. Uno de los tres, Benito (yo) Francisco Ocaña comenzó a hacer una serie de comentarios ofensivos acerca del lugar y de las personas que se encontraban en el, a lo que uno de ellos respondió pidiendo respeto causando en este un estado de violencia y alteración que terminó en una pelea que originó los miles de euros en daños del local y en la hospitalización de uno de los octogenarios a los que insultaba. Debido a esto el camarero tuvo que actuar reduciéndolo y llamando a las autoridades locales que se lo llevaron detenido a él y sus acompañantes.

Al estar en la celda durante un par de dias me entró la prisa, la prisa y la depresión al ver como había terminado con dos días de vacaciones así de un plumazo por hacer el gilipollas, ¡si es que no se puede joder!. Aun así me quedaban unos diez días, o así más o menos, de vacaciones que estaba dispuesto a aprovechar. Por lo menos hice un par de amigos en el calabozo, nos vemos Jose Francisco.

Llegué a casa tras estos días en el hotel penal y me acosté, dormí durante un día entero, algo que me rompió el alma (joder, estaba tirando mkis ansiadas vacaciones a la puta basura). Así que decidí ponerme las pilas y ordenar mi vida vacacional. Lo primero que hice fue estar toda la mañana bebiendo cervezas con el culo metido en la piscina, en la casa de un amigo claro. Pero cuando llegué a casa estaba mi vieja tio, mi puta vieja me pegó una chapa sobre que era en la vida y que mierdas y tal eso que dicen los padres… y por supuesto me dio trabajo, a pintar la casa, a limpiar y quitar hiervas y pintar porque según ella «hay que aprovechar el buen tiempo para pintar, no vas a pintar lloviendo».

De ese modo me jodió siete días de vacaciones trabajando de sol a sol por un vaso de agua y la comida en el plato, estaba mejor en el puto calabozo. Obviamente mi enfado era inmenso, me quedaban dos días de vacaciones y este año me quedaba sin playa porque mis putos amigos se han echado todos novia (contra todo pronóstico porque además de ser alimañas sociales es que no se duchan tío, ¿quién se iba a pensar que iba a pasar eso?) y pues solo no me voy a pagar unas vacaciones.

Por lo tanto tuve que pensar rápido y actuar, ¿qué hacer para aprovechar estos dos días de vacaciones?. Y encontré la respuesta, me fui al pueblo de mi primo Raul que eran las fiestas allí, fiestas de pueblo. Y morí. No morí por la cantidad de alcohol que se ingiere en estas fechas y lugares, de eso podía haber muerto también, pero sobreviví como un zorro aferrándose a la vida. Morí en los encierros, corriendo por mi vida, en una carrera épica, Usain Bolt a mi lado hubiese sido un paralimpico. Corría adelantando a borrachos y desechos sociales matinales como alma que llevaba el diablo cuando de repente me dió un maldito tirón en el gemelo y caí al suelo, con tan mala suerte de que por ahí pasaba una rodilla y se llevó un par de dientes y algo más. Fue bonito mientras duró.

Y ahora escribo desde mi camita del hospital donde llevo tres días de dura reflexión en los que os prometo que para mis próximas vacaciones me voy a Isla Mágica a echar el día y poco más. Avisados estáis.

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